La prueba de esfuerzo evalúa la respuesta del corazón durante una exposición al ejercicio

La prueba de esfuerzo

La prueba de esfuerzo es un examen funcional, no invasivo, que se utiliza para estudiar y valorar de forma objetiva la respuesta de los pulmones, el corazón, los músculos y de nuestro sistema metabólico, durante la realización de un ejercicio físico.

Consiste en la aplicación de cargas físicas diversas a un sujeto como velocidad (km/h), pendiente (%), revoluciones por minuto (rpm), potencia (vatios), etcétera, que originan en el organismo una respuesta fisiológica en los diferentes sistemas y aparatos, de la que podemos cuantificar su intensidad en forma de frecuencia cardíaca, ritmo, presión arterial, registro del electrocardiograma, entre otros medios.

Con la ergoespirometría introducimos la medición y análisis del intercambio de gases con la respiración (mascarilla) recogiendo variables como el consumo de oxígeno, la ventilación, producción de CO2, etcétera, que podemos relacionar con la velocidad, la potencia, el peso, la talla y otros parámetros para así valorar el estado de salud y la condición física del deportista, determinando sus umbrales de entrenamiento.

La demanda y necesidades de las pruebas de esfuerzo, tanto en personas aparentemente sanas como en las que están enfermas, es cada vez mayor. Su uso se extiende tanto con fines diagnósticos y pronósticos, como para la valoración funcional de los deportistas de cualquier nivel o rendimiento, así como para la detección de talentos deportivos y la prescripción de ejercicio físico.

¿Por qué debo someterme a una prueba de esfuerzo?

Un médico especialista en Medicina de la Educación Física y el Deporte puede sugerir que te realices una prueba de esfuerzo por tres razones:

Para la salud. Diagnosticar o descartar enfermedades silentes/ocultas que pueden ser de alto riesgo a corto, medio o largo plazo, si se realizan esfuerzos físicos intensos. Hay enfermedades que afectan al corazón, los pulmones, la circulación o la sangre, que pueden permanecer sin diagnóstico durante años, incluso décadas, y causan una respuesta anormal al ejercicio que se puede evidenciar durante la prueba de esfuerzo.

Para la aptitud. Evaluar tu forma física (factores fisiológicos y morfológicos) y tu salud cardio-respiratoria antes de iniciar un programa de entrenamiento. Éstos son factores que influyen en la prescripción y orientación de actividad física individualizada, tanto en sujetos sanos asintomáticos como con patologías.

Para valoración fisiológica de la capacidad funcional en deportistas y no deportistas y conocer parámetros respiratorios y cardiovasculares que nos permitan planificar su entrenamiento, y así poder:

 

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